Dragón de fuego

"Soy un fuego inextinguible,
el centro de toda energía,
El corazón firme y heroico.
Soy la verdad y la luz,
En mi imperio abarco el poder y la gloria.
Mi presencia
Dispersa las nubes oscuras.
Y soy el elegido
Para dominar a los Hados".


SOY EL DRAGÓN







miércoles, 18 de febrero de 2009

Rota

Era una muñeca fisurada, pero nadie dejó de estirar de ella, como si nunca fuese a romperse, como si fuese capaz de amortiguar cada golpe con estoicismo, pero un día, tantos tirones por distintos sitios terminaron por desquebrajarla.

No es que estuviese rota, es que se hizo añicos, si fuese por ella, habría pedido que alguien recogiese los trozos y la tirasen a la basura, pero en esta historia no es posible, el abandono no es una opción. Nadie podía arreglarla, así que poco a poco comenzó a recomponerse, no era una tarea fácil, había que disponer de mucho tacto a la par que paciencia, a veces perdía la noción espacio, tiempo y se le cruzaban los cables, en esas ocasiones tenía que deshacer el trabajo hecho y volver a comenzar de nuevo.

En una ocasión, su recomposición le costaba tanto esfuerzo físico y tanto dolor, que decidió que no quería seguir con él, y se arrojó al vacío, no era consciente de lo que hacía, simplemente sentía tanto dolor físico y emocional que creyó no soportarlo ni un segundo más. Cuando recobró la consciencia, y fue dueña de sus actos, decidió trabajar con más ahínco, no sabemos como termina esta historia, la muñeca rota sigue en proceso de rehabilitación.

jueves, 12 de febrero de 2009

Cuando te disparan, sangras.

Cuando te disparan, sangras, esta frase llamó poderosamente mi atención, me hizo abandonar la lectura, entornar los ojos y reflexionar largo rato. Por un momento me ví a mi misma disparada, herida, y con un cubo y una fregona recogiendo la sangre para que nadie se de cuenta de que brota ese líquido rojo símbolo de la vulnerabilidad humana. Pensé que hay mucha clase de disparos, los fortuitos, alguien te hiere sin la menor intención, aunque no por ello sales ileso, los disparos de frente, a bocajarro, donde puedes al menos intentar defenderte, con mayor o menor suerte, eso depende del destino, y los disparos por la espalda, en los que caes desplomado al suelo sin esperarlo, donde brota la sangre a borbotones a modo de ofrenda para tu agresor.
Y seguí pensando en que necesidad hay de disparar cuando has ofrecido toda tu sangre, tu vida y tu alma, si me disparas, ya no me queda sangre...