Heridas

Mientras muere mi cuerpo, dejo entradas programadas, que se me escurre la vida entre los dedos, y este será mi legado, un legado escrito de tantas y tantas majaderías, locuras, ínfulas de romanticismo caduco, de drama barato, regado con un mal perfume francés.
Se me va la vida, o se me viene la muerte, no sé como es la cosa, y siento que nadie llegó dentro. Nadie supo mirar, o quizá fui yo, que nunca supe quitarme la ropa con demasiada delicadeza, siempre sutil, quizá en exceso y ese fue el error.
Me besaron las cicatrices con mucha ternura, pero sin saber de dónde venían, y para cada herida se precisa una cura. Ya no hay curas posibles, y tampoco ya me apetecen.

Pasado, no pasas, gracias.

Que el pasado llame a la puerta, por teléfono, mande cartas, mensajes, e-mails, incluso señales de humo, es muy molesto, a veces creo que debería fugarme a otro planeta, donde no haya pasado, presente o futuro, donde todo sea desconocido, una aventura que anule cualquier atisbo de conocimiento anterior.