Dragón de fuego

"Soy un fuego inextinguible,
el centro de toda energía,
El corazón firme y heroico.
Soy la verdad y la luz,
En mi imperio abarco el poder y la gloria.
Mi presencia
Dispersa las nubes oscuras.
Y soy el elegido
Para dominar a los Hados".


SOY EL DRAGÓN







viernes, 31 de octubre de 2008

XXXII

Este armazón de huesos y pellejo
de pasear una cabeza loca
se halla cansado al fin y no lo extraño
pues aunque es la verdad que no soy viejo,
de la parte de vida que me toca
en la vida del mundo, por mi daño
he hecho un uso tal, que juraría
que he condensado un siglo en cada día.
Así, aunque ahora muriera,
no podría decir que no he vivido;
que el sayo, al parecer nuevo por fuera,
conozco que por dentro ha envejecido.
¡Ha envejecido, sí; pese a mi estrella!
harto lo dice ya mi afán doliente;
que hay dolor que al pasar su horrible huella
graba en el corazón, si no en la frente.

jueves, 30 de octubre de 2008

Si muriera esta noche....

Si muriera esta noche
si pudiera morir
si me muriera
si este coito feroz
interminable
peleado y sin clemencia
abrazo sin piedad
beso sin tregua
alcanzara su colmo y se aflojara
si ahora mismo
si ahora
entornando los ojos me muriera
sintiera que ya está
que ya el afán cesó
y la luz ya no fuera un haz de espadas
y el aire ya no fuera un haz de espadas
y el dolor de los otros y el amor
y vivir
y todo ya no fuera un haz de espadas
y acabara conmigo
para mí
para siempre
y que ya no doliera
y que ya no doliera

miércoles, 29 de octubre de 2008

Lo sé

Sé que me voy.
Me voy retrocediendo
como el salmón que vuelve cuna arriba.
No alcancé nunca al mar, estando viva.
No llegaré a las cumbres, falleciendo.
Sé que te vas, te vas y no queriendo:
como una esponja amarga y fugitiva.
Hasta el fondo del mar con tu saliva,
sobre la arena rosa oscureciendo.
Sé que te vas de mí.
Que nada queda:
ni un rastro ni algún sauce que nos pueda
llorar de bruces arañando el río.
Yo nunca llegué al mar.
Yo nunca: siendo
que aquel morir inmerso era lo mío.
Y que. me voy, te vas. Nos vamos yendo.

jueves, 16 de octubre de 2008

La red del cielo es amplia

- Como ves nadie es inmune a los celos; ni siquiera los guerreros-dijo Akane con aires de triunfo-. Quizá he llegado a ser importante para ti.
-Eso ya lo sabes- respondió Shigeru. ¿Y soy yo lo bastante importante para ti como para que tengas celos de mi esposa?
- No te burles de los celos- contestó ella, volviendo a beber, he visto a mujeres volverse locas por ellos, por la falta de interés de los hombres de quienes se habían enamorado. Las relaciones amorosas no son más que una distracción para los varones; para las mujeres son toda su vida.
-Akane, ¿te has enamorado alguna vez?
-No, ni pienso enamorarme.
Akane percibió una fugaz expresión de desilusión en el rostro de Shigeru. "Todos somos iguales, queremos ser amados, pero no enamorarnos", reflexionó.
-Lo mejor es que ninguno de los dos se enamore- razonó Shigeru mientras la frialdad que Akane tanto temía volvía a hacer su aparición.
- Señor Shigeru, aún eres joven, perdóname el comentario. Soy tres años mayor que tú. Propongo que hagamos un pacto. No nos enamoraremos, pero procuraremos no darnos motivos de celos el uno al otro. Tienes la obligación de casarte, de tener hijos. Debes tratar a tu esposa de forma honorable; pero yo también tengo ciertas reclamaciones para contigo, y cuento con que cumplas con ellas.



"Leyendas de los Otori"

miércoles, 15 de octubre de 2008

Tan solo en este libro

Recuerda que tú existes tan sólo en este libro,
agradece tu vida a mis fantasmas,
a la pasión que pongo en cada verso
por recordar el aire que respiras,
la ropa que te pones y me quitas,
los taxis en que viajas cada noche,
sirena y corazón de los taxistas,
las copas que compartes por los bares
con las gentes que viven en sus barras.
Recuerda que yo espero al otro lado
de los tranvías cuando llegas tarde,
que, centinela incómodo, el teléfono
se convierte en un huésped sin noticias,
que hay un rumor vacío de ascensores
querellándose solos, convocando
mientras suben o bajan tu nostalgia.
Recuerda que mi reino son las dudas
de esta ciudad con prisa solamente,
y que la libertad, cisne terrible,
no es el ave nocturna de los sueños,
sí la complicidad, su mantenerse
herida por el sable que nos hace
sabernos personajes literarios,
mentiras de verdad, verdades de mentira.
Recuerda que yo existo porque existe este libro,
que puedo suicidarnos con romper una página

martes, 7 de octubre de 2008

El honor del samurai

No todas las batallas se ganan avanzando. No todas las retiradas son derrotas. Avanzar es una estrategia. Retirarse también es una estrategia.
Una retirada debe realizarse en orden. No siempre debe parecer ordenada. Retirarse es una estrategia. Las apariencias en la retirada, también son una estrategia.


Suzume-no-kumo, 1600

sábado, 4 de octubre de 2008

Sed de Amor

"Mientras él hablaba, Etsuko podía oír el ruido de las hojas que Yakichi iba arrancando del calendario. Cuando acabó, el silencio fue total. De repente sintió que le sujetaba el hombro, mientras una mano, fría y seca como el bambú, se introducía por su espalda, bajo el vestido. Su cuerpo hizo un ligero movimiento de rechazo, pero no dijo nada. No es que no pudiera gritar; es que simplemente no lo hizo.
¿Cómo explicar el sentimiento de resignación que Etsuko sintió en aquel momento? ¿Lujuria? ¿Pereza, simplemente¿ ¿O, quizás, Etsuko lo aceptó como un hombre delirante de sed acepta un trago de agua maloliente? No. Etsuko no estaba sedienta, en absoluto. De golpe su naturaleza había dejado de pedir. No necesitaba nada. Parecía haber venido a Madeimmura para hallar nuevamente la temible autosuficencia que había descubierto en el Hospital. Etsuko bebió quizá como lo hace un hombre que está ahogandose, que traga agua del mar sin remedio, de acuerdo con alguna ley de la naturaleza. No pedir nada significa que se ha perdido la libertad de elegir y de rechazar. Una vez se ha llegado a esta decisión, no hay más remedio que beber lo que sea, incluso agua del mar...
Después de todo, las expresiones y los gestos de Etsuko no se parecían en nada a los de un hombre ahogándose. Hasta el momento de su muerte -esa era la impresión que producía-, nadie se daría cuenta de que se estaba ahogando. No pidió auxilio. Esta mujer atada y sujeta por su propia mano, no pidió auxilio...."


Yukio Mishima