Veneno

Nunca he sido de arrodillarme ante nadie, de postrarme derrotada a los pies de ningún ser que haya decidido humillarme, y tú no vas a ser menos. Sigues abrazándome con silencio, pero pendiente de mis palabras, si has decidido marchar, hazlo, pero no mires atrás, porque yo no me he ido, sigo de pie, orgullosa, ondeando la melena al viento, atusando mis pestañas con rimel de miel y mis labios con gloss de fuego, porque, los dos lo sabemos, ahí es donde reside mi mayor atractivo. Sigo contoneandome al ritmo de la música, porque siempre fui a ralentí, me cuesta admitir las despedidas, no quiero decir adiós, ni hasta luego, ni hasta nunca, quiero seguir aquí, de pie, hasta que admitas que si, sólo quiero que lo admitas, luego te puedes ir donde quieras, donde te lleve el viento, a mi prefiero que me arrastre el mar. Admite que te mueres por tocarme, tócame y vete. Envenénate de mi, hasta que no puedas más, hasta que sientas morir y entonces alejarse ya no sea un opción, sino una obligación...