Pero qué triste realidad me has ofrecido, qué decepción tan grande haberte conocido, ¿quién sabe, Dios, quién sabe, Dios, por qué te puso en mi camino?
Dragón de fuego
"Soy un fuego inextinguible,
el centro de toda energía,
El corazón firme y heroico.
Soy la verdad y la luz,
En mi imperio abarco el poder y la gloria.
Mi presencia
Dispersa las nubes oscuras.
Y soy el elegido
Para dominar a los Hados".
SOY EL DRAGÓN
el centro de toda energía,
El corazón firme y heroico.
Soy la verdad y la luz,
En mi imperio abarco el poder y la gloria.
Mi presencia
Dispersa las nubes oscuras.
Y soy el elegido
Para dominar a los Hados".
SOY EL DRAGÓN
miércoles, 22 de septiembre de 2010
Capítulo 1
Ezequiel la mira fijamente a los ojos, esos ojos color miel, sólo ha visto aquel color tan peculiar en una persona, Elsa, la hermana de Magda, era lo único que tenían en común, Magda era rubia, alta, esbelta, con una expresión tan dulce que casi empalagaba, con catorce años no aparentaba más de once a pesar de su altura, apenas estaba desarrollada. Elsa en cambio, dos años menor, aparentaba quince, morena, de estatura normal para su edad, pero con unas curvas que ya eran la delicia de sus compañeros de clase, en el momento en que despertaban a los estimulos sexuales. Ezequiel en aquella época contaba con quince años y estaba enamorado de Elsa, tenía algo que le volvía loco, ese desparpajo al hablar, esa sensualidad escondida que no podía evitar emanar por cada poro de su piel inconscientemente. Incluso se habían besado a pesar de la juventud de ella. Elsa jugaba con él a su antojo y a cambio la llevaba en moto a los entrenamientos de voleibol, en el fondo era una caprichosa, o eso era lo que a él le consolaba, el único consuelo que encontraba para su trágica perdida.
Magda sabía que ahora Eze no la veía a ella, se había perdido por el camino, como cada vez que habían disfrutado del sexo juntos, no era ella a quién poseía, por eso cuando cerraron el capítulo drogas dejó de acostarse con él. Sin el colocón no podía interpretar el papel de Elsa, de su querida hermana, de su querida hermana muerta. Ella sufrió mucho la pérdida de su hermana y de su madre pero Eze también quedó marcado por aquello, juntos se consolaban como podían, de la manera que mejor sabían, hasta que se dio cuenta que a Eze no le hacía bien, cada vez quería más.
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