Perdidos en la inmensidad del océano,
la corriente nos arrastra en direcciones opuestas.
Soltaste mi mano hace mucho tiempo.
Abandonaste las ilusiones demasiado pronto.
Ahora nada puede evitar que el mar me arrastre.
Pero qué triste realidad me has ofrecido, qué decepción tan grande haberte conocido, ¿quién sabe, Dios, quién sabe, Dios, por qué te puso en mi camino?
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Vía libre para circular por esta autopista hacia el Cielo