Sin conciencia resiste el temblor de mi lengua,
súbdita de tu placer.
No miento,
obtendrás lucidez entre la bruma enraizada en la rutina.
Dale honor a mi cama,
libera mis pétalos,
olvida mis pecados,
siente el pulsar del ahogo en tu piel.
No temas,
mis manjares alimentaran el fuego de tus labios.
Y el rugido del silencio te nombrará por siempre.
Ya siento el fuego en el corazón y la boca.
Lina Zerón
Del libro: Hígado de Perra y otros amores
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