Dragón de fuego

"Soy un fuego inextinguible,
el centro de toda energía,
El corazón firme y heroico.
Soy la verdad y la luz,
En mi imperio abarco el poder y la gloria.
Mi presencia
Dispersa las nubes oscuras.
Y soy el elegido
Para dominar a los Hados".


SOY EL DRAGÓN







jueves, 27 de enero de 2011

Sin rumbo




Miel o amargura?
Hay un profundo hueco,
se extiende
Me derrito,
sangro,
dejo que me inquieten los demonios,
que me coman los gusanos,
cada gota de ausencia
es un grito desesperado
huellas profundas
silencios.
Rompí las cadenas,
los arraigos,
te extraje del sonido de los vientos
de la humedad de las rocas.
Ahora temo decir tu nombre entre sueños,
tocar tu cuerpo en la almohada.

Quiero volverme luna
para guardarme en tu lago.


Lina Zerón

miércoles, 26 de enero de 2011

La moldeadora gris.



Cuando conoció a su marido, pensó que sería fácil moldearlo como a ella se le antojase, venía roto de una relación anterior, al parecer muy tormentosa, pero por mucho que intentase sonsacarle, él nunca le contaba nada. Ni siquiera afirmaba o negaba que fuera cierto que mantuvo una relación anterior,  eso hubo de indagarlo ella por otras vías, preguntando a los padres de él, a sus hermanos. La que más información le dió fue la madre, sus hermanos no parecían dispuestos a hacer buenas migas con ella, seguramente preferían a la triste, la que se sometía a su voluntad sin hacer preguntas, pues bien, eso se había terminado, él necesitaba que le metieran en cintura y ella iba a tomar las riendas de su vida.

Durante un tiempo, su relación fue gris, ni especialmente buena, ni mala, él se dejaba llevar, y ella hacia y deshacía a su antojo. El sexo era normal, más bien mecánico, pero se alegraba de que no la molestase mucho ni pidiese cosas raras, para ella el sexo era un trámite más para conseguir sus objetivos, lo único que quería era salir de la casa materna. Su padre falleció cuando era una niña, y su madre lo superó con un desfile de amantes que entraban y salían de casa impidiendo una vida familiar tranquila y normal. Nunca pudo invitar a sus amigas a estudiar, a jugar o a merendar, puesto que no sabía que se podía encontrar al volver a casa. En más de una ocasión, había visto a los amantes de su madre desnudos, quizá fuera por eso que no sintiera adoración por el sexo, había llegado a aborrecer los gemidos, los jadeos noche tras noche, ella jamás emitía ruido alguno cuando copulaba, a veces llegaba a morderse la lengua para poder reprimirse hasta sangrar.

Así, navegando en un océano gris, y en corto periodo de tiempo, consiguió convencerle para que se casasen. Fue una ceremonia íntima, reducida, con un viaje de novios aplazado por tiempo indefinido. Sin grandes estridencias, pasó el gran día, ni siquiera tuvieron noche de bodas, estaba tan, tan cansada con todo el ajetreo...

Su marido a veces viajaba por trabajo, estaba fuera un par de noches, entonces aprovechaba para campar a sus anchas en casa, le gustaban esos días porque podía meterse en la cama y no salir hasta la mañana siguiente, no se veía obligada a cumplir con sus obligaciones, no tenía que limpiar, no tenía que cocinar, todo podía esperar. En uno de esos viajes algo cambió, se dió cuenta en cuanto entró por la puerta, la resignación había desaparecido de su mirada, el brillo de sus ojos se había tornado apasionado, no conocía la nueva mueca de su rostro, un gesto de satisfacción, de haber conseguido un sueño imposible, de felicidad descontrolada. Ella tembló, sintió que su vida matrimonial se desmoronaba por momentos, pero mantuvo la calma e intentó interrogarle. Él aludió a lo estupendamente que iban los negocios, y para aplacar sus miedos, la abrazó, fue entonces cuando percibió el aroma, fragancia de tristeza, estaba rociado por completo, su cabellos, su cuello, las ropas, sus manos, aquel olor había poseído a su marido y cayó en la cuenta, habían estado juntos.

Diez años, tuvo que soportar que aquellos dos copulasen como animales, diez años. No era sólo que quedaban en cualquier motel de carretera, les había espiado en numerosas ocasiones, además tenían cibersexo, se llamaban a todas horas, y todo ocurría delante de sus narices. Cuando se enfadaban, se lo reprochaba pero él lo negaba, una y mil veces. La parte positiva del asunto es que su marido ya no acudía a ella para hacer el amor, la triste parecía tenerle bastante satisfecho, con lo cual podía dormir a pierna suelta, sabía que jamás le pondría una mano encima. La parte negativa era que su orgullo de mujer menguaba día a día, había temporadas que estaba a ras del suelo, en estas temporadas se dedicaba a espiarles. Le daban muchas facilidades, en los moteles de carretera era relativamente fácil mirar a través de las ventanas porque están a pie de calle y por las partes traseras nunca hay nadie. Le sorprendía la agresividad con que se entregaban el uno al otro, jamás vió a su madre realizar el acto con semejante fiereza, no sabía de donde sacaba la triste las fuerzas, puesto que daba la impresión de romperse de un momento a otro, y él, él parecía hipnotizado por su mirada, a ella nunca la miró asi.

Comenzó a sentirse sola, y planeó ser madre, lo haría con él o sin él, no importaba mucho, un polvo rápido puede encontrarse en cualquier esquina, en cualquier bar, y como no rendía cuentas a nadie de cuando entraba o salía de casa, todo era muy sencillo. Una noche, decidió dar el paso y tocar a su marido, le acarició el pene, sorprendentemente hubo una reacción positiva, asi que no esperó a nada, se montó sobre él y llevó a cabo sus planes. No estaba segura que de una sola vez pudiera quedar embarazada, ya tenía cierta edad, asi, la noche siguiente, que su marido estaba de "viaje", salió y mantuvo relaciones con tres hombres distintos, alguno tenía que dar en la diana.

Quedó encinta, en cuanto se enteró corrió a comunicarselo a su marido, pensó que esto le haría alejarse de la triste y ya sólo quedarían los tres, en el fondo era un buen hombre, asi que no tenía dudas de que también sería un buen padre. Él no se alegró, se hundió en el sillón durante unos instantes, apesadumbrado, ¿sería posible que también en este momento estuviese pensando en ella?, a los diez minutos cogió el móvil, y acto seguido salió de casa como alma que lleva el diablo. Sabía que iba a contarle todo, ese momento de satisfacción personal no podía perdérselo, había ganado, la triste no le dió nada más que sexo, y ella iba a darle un hijo sin apenas haber tenido sexo.

No podía creer lo que estaba viendo, habían charlado un rato, ella no cambió la expresión del rostro sin embargo lo estaba poseyendo como si fuera una pantera comíéndose a un ratón, nunca había sentido miedo cuando les observaba, asco, odio, pero nunca miedo. Esta vez estaba aterrorizada, algo era distinto, por primera vez en diez años sintió lástima de su marido, incluso tuvo la tentación de entrar a buscarlo, de salvarle de las garras de aquella depredadora, cuando casi estaba decidida, un chorro de sangre salpicó el cristal de la ventana, lo estaba engullendo, y no podía hacer nada para evitarlo.

martes, 25 de enero de 2011

De pájaro a camello




Conoció a Carolina por casualidad, o no, él siempre pensó que el destino tenía preparado aquel encuentro, como todos los que vinieron después. La primera vez que la vió, sintió una punzada en el estómago, ya le habían hablado de ella, pero el halo de fragilidad, de miedo, que despedía, invitaba de una manera incontrolada a arroparla y protegerla de cualquier cosa, incluso de un pequeño soplo de aire. Su belleza, sutil, encubierta por su timidez. Se enamoró de ella en el primer instante, pero luchó contra este amor con todas sus fuerzas.

Él sabía que Carolina no era tan frágil como parecía, día tras otro, durante tres años, intentó alejarla con excusas baratas, inverosímiles, pero ella no se iba, cada vez pedía más, su voluntad era inquebrantable y él, él no se sentía capaz de abandonarla. Estaba enganchado a sus besos, al dulce aroma que desprendía su piel blanquecina adornada con múltiples lunares, a su férrea voluntad de amarlo. A pesar de no poder vivir sin ella, algo le impedía entregarse por completo y disfrutar de su relación, la juventud, el orgullo, la comodidad... asi que el círculo vicioso de las excusas siguió y siguió. Hasta que un día, Carolina desapareció, sin una explicación, sin una llamada, tan solo un sms:  Adiós.

Vagó, deambuló por la vida, maldiciéndose, recordando a Carolina cada anochecer, releyendo sus cartas, intentando comprender, y comprendió, que a pesar de todo, ella era la fuerte, la yonki, la que esnifaba sus excusas en un segundo, la que le hacía tocar las nubes con un leve roce de sus labios. Ya nada importaba, sólo sería arcilla en manos de la primera mujer que quisiera moldearlo, y asi, pasados unos meses, se encontró casado.

De nuevo el destino quiso que se encontrasen, en el lugar menos pensando, un restop de autopista, a 500 kms de sus respectivas ciudades. La miró, estaba muy delgada, pero seguía siendo sutilmente bella, parecía más triste que de costumbre, más frágil, más delicada, y de nuevo le invadieron las viejas de ganas de protegerla de la caricia del sol y de la brisa. Sus miradas se encontraron, ella se acercó, le pasó la mano por el cabello y sin decir nada posó sus labios en los suyos, como si relamiera la última cucharada de una gran copa de helado, con ansia controlada, con una pasión calmada, como el yonki que no quiere reventarse los brazos y posa la goma con cuidado alrededor del brazo, buscando la vena con la calma que no tiene. El se asió a ella, como un náufrago que va a la deriva y encuentra una tabla vagando por el agua, la necesitaba, su vida al lado de la moldeadora de arcilla carecía de sentido, de emoción y de sentimiento, con la moldeadora todo era gris.

Él siempre trató de encontrar la manera de deshacerse de su esposa, pero se le perdieron las fuerzas por el camino, nunca tuvo decisión ni valor para enfrentar las cosas, y mientras el tiempo pasaba seguía disfrutando de Carolina, podía amarla cuánto y cuándo quisiera, ella siempre estaba dispuesta para él, con Carolina todo era tan fácil. Cuando hacían el amor, ella le pedía que le dijera que abandonaría a su mujer, que la amaría siempre, que envejecerían juntos, y él lo hacía, se lo susurraba convencido de que lo haría, pero cuando llegaba el amanecer, todo se tornaba difícil. Con el paso de los años, Carolina demandaba sexo más agresivo, más promesas vacías, y se afilaba su rostro, la mirada un día dulce se volvió felina, hasta que llegó el momento, que él se dió cuenta de que era la última vez que estarían juntos, sabía que la cosa no terminaría con un simple adiós, pero estaba preparado, cuando Carolina le engulló, fue feliz, por fin estaba donde quería estar....

lunes, 24 de enero de 2011

Las drogas de Carolina



Carolina piensa que quizá es la hora de desengacharse, hace muchos años que es una yonki, demasiados años drogándose, demasiados años de erosión en su delicado cuerpo y en su inestable mente.


Su adicción comenzó cuando contaba con veintiún años, probó las excusas baratas y ya no pudo dejarlas, aunque en realidad, echando la vista atrás, siempre navegó por la oscuridad y el drama. A los quince su libro favorito era Madame Bovary, ya le habían roto el corazón y se había bebido sus propias lágrimas mezcladas con sangre.

Con dieciocho comenzó su primera relación seria, marcada por el miedo y la sumisión, las heridas del corazón comienzan a hacerse más profundas, más hondas. Durante tres años manejó la situación como pudo, intentando ser “normal”, pero Carolina ya intuía que no lo era, su aspecto angelical sólo escondía las tinieblas que llevaba dentro, el animal a punto de ser depredado que se escapa en el último momento dando un arañazo casi mortal al depredador. Así, dio un zarpazo el día menos esperado a su agresivo novio, sumiéndole en una depresión y siguió adelante sin mirar atrás.

Fue entonces cuando conoció a su siguiente pareja, el que haría de ella una yonki, le dio a probar las excusas baratas y Carolina se dio cuenta que eran un bálsamo para las profundas y hondas heridas de su corazón, así que se asió a ellas, un día tras otro. Su novio era capaz de inventar las excusas más inverosímiles para justificar sus ausencias o sus faltas de afecto, las no llamadas, los plantones, y ella aspiraba cada una de estas excusas hasta lo más profundo de su ser, calmando los dolores, conteniendo las lágrimas, apaciguando al pequeño depredado que dormía en su ropa interior. Pero, llegó el momento, pasados tres años, en que las excusas baratas comenzaron a repetirse, a Carolina ya no le hacían el mismo efecto, volvió a dar media vuelta y a buscar drogas más fuertes, que calmaran su sed de lágrimas y sangre propias, que arrancasen el melodrama de su corazón malherido.

Vagando de unos brazos a otros, sin encontrar nada que disparase su adrenalina, bailando con la muerte sin sentir nada, salvo confort, drogándose de excusas que no le servían mucho, Carolina había resuelto emular a Emma Bovary engullendo arsénico y flotar a la deriva “forever and ever”, como le gustaba decir a ella. Fue entonces cuando él, volvió, el que la hizo una yonki, ahora casado con otra, le trajo nuevas emociones, esta vez más fuertes, las promesas vacías. Durante diez años, Carolina se ha drogado día tras día, encuentros en moteles de carretera, sexo descontrolado, aderezado de promesas vacías al oído, porque él sabía lo que ella necesitaba, y cada vez le daba más. Carolina empeñó todo para poder drogarse durante estos años: tiempo, alegría, libertad, amor verdadero, su único objetivo era trabajar y ganar dinero para costear los gastos derivados de su adicción: llamadas de teléfono, internet, viajes, moteles… Su amante lo hizo bien, mantuvo a Carolina totalmente enganchada a sus promesas vacías, le dio estabilidad en su inestabilidad, ella siempre creyó en esas promesas vacías, por eso cada amanecer necesitaba más y más.
Hoy algo ha cambiado en Carolina, su amante le ha confesado que va a ser padre, el pequeño depredado, dormido desde no sé sabe cuando, ha despertado, pero esta vez no ha despertado con hambre de huída, esta vez tiene sed de sangre ajena.

En el motel ha quedado un cuerpo descuartizado mientras por las calles hay una yonki menos.

jueves, 20 de enero de 2011

El amor es una enfermedad

En 1924 un medico llamado François Boisent enumeró, una a una, todas las anomalias físicas y mentales que se producen cuando una persona se enamora.


Al principio, afirmaba Boisent, el enamoramiento tiene numerosas similitudes con procesos gripales, estado febril, dilatación de pupilas, palpitaciones, sudoración, temperatura alta y disminución de pensamiento periférico.

El mal de amores cursa los primeros días como un catarro, pero a lo bestia, hasta que el paciente se habitua a la presencia de la persona amada.

Después los síntomas en vez de remitir como sucede en los procesos gripales se multiplican y el enamorado pierde el apetito,pasa las noches en vela con gran ansiedad y se entrega al aislamiento y la soledad.

Y aunque el paciente sabe lo que le esta pasando no hay antibiotico ni antigripal que le alivie, la vida sin la persona amada se convierte entonces en un infierno.

En funcion del organismo afectado, su periodo de recuperacion puede ser de unos dias o convertirse en una enfermedad cronica..un desasosiego para toda la vida..
 
 
 
 

miércoles, 19 de enero de 2011

El Amor



Muchas veces me vienen a la cabeza
la oscura cualidad que me da el Amor
y me tengo lástima y así me digo:
¡Ay de mí!, ¿les pasa esto a otros?;
porque tan hábilmente me asalta el amor
que la vida casi me abandona:
sólo un hilo de espíritu deja medio vivo,
uno que sólo por ti vive y razona.
Luego me esfuerzo, yo deseo salvarme,
y casi muerto, sin ningún valor,
vengo a verte, creyendo así curarme:
y cuando alzo los ojos para observarte
en mi corazón se inicia un terremoto
que suspende en mi alma todos los latidos.


Fragmento de la La vida nueva de Dante Alighieri

viernes, 14 de enero de 2011

Déjame que adelgace lo que me queda de amor




Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas…

Pablo Neruda



Déjame que adelgace lo que me queda de amor
para infiltrarme en tus labios.
Déjame saciar el hambre de deseo
en forma de vuelo solitario que padeces.
Déjame que por la noche te despierte
pintando senderos de amor entre tus venas.
Déjame morir así soñando,
déjame morir, no me despiertes.

jueves, 13 de enero de 2011

Tu fantasma



El eco de tu fantasma se empeña en seguirme, lo escucho cuando me levanto y me acompaña todo el día, como si de mi sombra se tratase, me susurra a menudo al oido cosas como que no puedo olvidarte,
que no me esfuerce en borrarte, él se encargará de evitarlo, minuto a minuto, hora a hora, se mete dentro de mi y consigue estremecerme con el recuerdo de tu aroma, de tu sabor, del tacto de tu piel. El día es soportable, incluso me alegro de que esté a mi lado porque consigue que me sienta acompañada, hay días que la soledad se me hacía insufrible, desde que tu fantasma me acompaña no siento la soledad en mis entrañas. En cambio cuando llega la noche, en la noche atormenta todos mis sentidos, turba mi mente, se apodera de mi de tal forma que la ausencia se convierte en terror, sobrecogedora ausencia de carne y espíritu, truculento despertar a la realidad, tu fantasma me hiere de noche y me embalsama de día, tu fantasma me da la locura y la cordura, el odio y el deseo, tu fantasma nunca se va....

miércoles, 12 de enero de 2011

La sed insaciable


Decir adiós... La vida es eso.
Y yo te digo adiós, y sigo...
Volver a amar es el castigo
de los que amaron con exceso.
Amar y amar toda la vida,
y arder y arder en esa llama.
Y no saber por qué se ama...
Y no saber por qué se olvida...
Coger las rosas una a una,
beber un vino y otro vino,
y andar y andar por un camino
que no conduce a parte alguna.
Sentir más sed en cada fuente
y ver más sombra en cada abismo,
en este amor que es siempre el mismo,
pero que siempre es diferente.
Porque en el sordo desacuerdo
de lo soñado y lo vivido,
siempre, del fondo del olvido,
nace la muerte de un recuerdo.
Y en esta angustia que no cesa,
que toca el alma y no la toca,
besar la sombra de otra boca
en cada boca que se besa...



Jose Angel Buesa


martes, 11 de enero de 2011

Azul oscuro, casi negro


Siempre es azul oscuro, casi negro, azul noche como gustan algunas personas de llamarlo, asi es mi cielo todos los días. La noche me envuelve y me abraza, protege mis ojos y aumenta su fotofobia día a día. Ya no echo de menos el sol ni la luz. No extraño los rostros de las personas que me rodean, no extraño las flores, ni siquiera el arcoiris. Me guían otros sentidos, aunque esto último no sé si es exacto del todo, más bien paseo dando tumbos, embriagada, de un lado a otro, con los sentidos atrofiados. No, no es tristeza ni melancolía, no hay sensaciones, no existen los sentimientos, sólo me entrelaza el azul oscuro, casi negro, y me absorbe hacia su vacio. Me permite cerrar los ojos y descansar en su regazo, mantener la mente y el corazón azul noche y reposar de tanta intensidad que duele.

A veces a lo lejos, veo tu rostro, siempre vuelve a mi, pase lo que pase, siempre vuelve tu rostro, estiro el brazo, intento acariciarte, pero te difuminas en el azul oscuro, casi negro, desapareces, y me pregunto si es que alguna vez exististe, o tu imagen fue producto del azul noche que me rodea, vuelvo a adormecer y a olvidarte, no tengo sueños, no hay razones, se esfumaron los porqués.

La locura, hace tiempo que me invade la locura, porque no sigo la corriente, a los que no seguimos la corriente nos denominan, quizá no si razón, locos. No me gustan los colores, no me gusta ser feliz, si me gustase intentaría serlo, no me empeñaría en hacer las cosas difíciles, no me empeñaría en perseguir sueños que naufragan a la deriva del mar de los imposibles, y seguramente no escribiría letras y letras, que salvo para mi, no tienen ningún sentido.

Llueve todos los días de mi vida, de mi vida azul oscura, casi negra, y la lluvia va limpiando los recuerdos, puliendo y sacando brillo, mojando y oxidando los mecanismos, todo deja de funcionar y sólo queda el sabor de lo que fue, de lo que pudo ser, de lo que nunca será, porque yo ya no soy la misma, estoy cansada y esta vez me abandonaron las ganas de levantarme, voy a tumbarme en el suelo y espero que la lluvia consiga lo que aquella tortura de la gota china, deseo que erosione mi cuerpo y se funda con la nada.

lunes, 10 de enero de 2011

Poema X

Hemos perdido aun este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.
He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.
A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos.
Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces.
Entonces, dónde estabas?
Entre qué gentes?
Diciendo qué palabras?
Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?
Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.
Siempre, siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.



Pablo Neruda

domingo, 2 de enero de 2011

Campo de batalla



Nace en las ingles un calor callado,

como un rumor de espuma silencioso.
Su dura mimbre el tulipán precioso
dobla sin agua, vivo y agotado.
Crece en la sangre un desasosegado,
urgente pensamiento belicoso.
La exhausta flor perdida en su reposo
rompe su sueño en la raíz mojado.
Salta la tierra y de su entraña pierde
savia, veneno y alameda verde.
Palpita, cruje, azota, empuja, estalla.
La vida hiende vida en plena vida.
Y aunque la muerte gane la partida,
todo es un campo alegre de batalla.


Rafael Alberti